miércoles, 11 de octubre de 2017

Mujer de café





Allá por el Mayarí de Cienfuegos, en medio del macizo montañoso de Guamuhaya comprendido en el término municipal de Cumanayagua, donde café y árboles conforman el imperio de la Naturaleza, vive Madelaine Silvera Labrada, reina de la finca Los Sarmientos, nombre que se le atribuye al lugar por el apellido de los anteriores propietarios.
En medio de aquel vergel, ahora lacerado por los vientos del huracán Irma pero en franco proceso de recuperación, ella y su esposo Cándido le sacan provecho a más de 4 hectáreas plantadas de café de excelente calidad.


“Aproximadamente la mitad las tengo dedicadas al fomento de las plantas, para garantizar la sostenibilidad, así como la calidad del grano, pues si te fijas bien este café de aquí es de Primera. El ‘Irma’ nos dañó mucho el guamo, una de las especies arbóreas recomendadas para asegurar el sombreo del cafetal, algo vital en este cultivo, pero ya estamos sembrando posturas y salvando otros, con ayuda de la ‘Forestal’. El resto de la tierra está en producción”.
“¿Que si vivo lejos? Mira, en esa casita que está ahí”, dice señalando para la vivienda construida en la misma cima de una loma, a escasos metros de la plantación, una suerte de balcón desde donde puede observar todo cuanto ocurre en sus predios.
Dicho en buen cubano, Madelaine es una mujer bien campechana, aunque se expresa bien y demuestra un profundo conocimiento sobre el mundo del café.
“Tengo dos hijos, un varón de 15 años y una hembra de tres que es ‘la hija de la vejez’, como solemos decir por acá. El niño cursa el primer año de técnico medio Forestal en el politécnico que funciona aquí mismo en Mayarí, en el Centro Mixto Armando Mestre. Él quería estudiar Agronomía, pero no le fue posible alcanzarla, aunque con esta especialidad le va bien, porque es una rama que tiene que ver con la tierra y hace falta tener conocimientos para el fomento de una buena plantación. Mira ahora con la repoblación de los árboles después del ciclón”.
¿Con cuánta ayuda familiar puede contar Madelaine, el verdadero apoyo, que no sea y suene a cliché?
“Siempre digo que esta finca es de los dos, aquí trabajamos a la par, como mulos que tiran para el mismo lado; y en la casa compartimos mucho. Mira, hoy es domingo, estamos en el campo, pero allá arriba mi hijo cuida de su hermana pequeña, y eso es un gran alivio para mí. La atención a los cultivos no es cosa que se deja para luego, eso lleva su tiempo cuando es menester”.
Madelaine es una inmensa mujer, inmensa en humanidad. No tiene 90-60-90 de busto, caderas y cintura, las medidas que describen la perfección femenina, pero sus ojos están llenos de ese destello a color que describe plenitud, delata la felicidad de saberse dueña y señora en sus predios, en esa tierra que ella hace parir, le da solvencia y hasta un título que se me antoja nobiliario: mujer de café.

No hay comentarios:

Publicar un comentario